Miles de fieles católicos de Cochabamba, este Viernes Santo conmemoró uno de los actos más representativos y representativos del cristianismo. Este viernes se recordó la crucifixión y muerte de Jesús de Nazaret. En este día, los fieles católicos guardaron ayuno y abstinencia de carne como penitencia.
El alcalde municipal de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, asistió a la procesión del Santo Sepulcro donde pidió reconciliación, intercesión y perdón por todos los pecados.
La pasión del Señor, debe servir para unir a todos los bolivianos y despojarnos de todos los males que nos acecha y evitar confrontaciones en tiempos dan penosos y delicados, sostuvo el alcalde.
Fue impresionante la procesión del Santo Sepulcro, donde autoridades municipales asistieron al acto religioso. Cada año, durante la Semana Santa, la plaza principal de Cochabamba, revivió y celebro una de las manifestaciones más populares que fue admirada por propios y extraños por las calles de la ciudad: Fue multitudinaria procesión del Santo Sepulcro.
El Viernes Santo es una festividad cristiana en la cual se conmemora la muerte de Jesús de Nazaret. Se celebra durante la Semana Santa, después del Jueves Santo, y antes del Domingo de Resurrección o de Pascua.
El Viernes Santo es, fundamentalmente, un día de duelo durante el cual se recuerda la crucifixión de Jesucristo en el Calvario, quien se sacrifica para salvar del pecado a la humanidad y darle la vida eterna. De allí que la cruz se haya tomado como el símbolo de la gloria para la adoración de los cristianos.
En la celebración de la pasión del Señor, el arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, pidió mirar el árbol de la cruz donde estuvo clavado Cristo, que es la salvación del mundo.
Desde la catedral cruceña, Gualberti recordó a los fieles que Jesús denunció, en varias oportunidades, la actitud hipócrita de los grupos de poder, religiosos y políticos, que se servían de la religión para sus intereses y privilegios.
“Jesús fue condenado por una justicia servil a los poderosos y a sabiendas que era inocente. En Jesús inocente, colgado en la cruz, se identifican miles y miles de pobres de ayer y de hoy que no tienen voz ni rostro, descartados por la sociedad de la eficiencia y del consumo, explotados y sometidos a condiciones de vida infrahumana, crucificados por la miseria, el hambre, la escasez de agua y el desempleo. En especial, se identifican con Jesús crucificado tantas personas víctimas de una administración de la justicia corrupta y servil a los poderes de turno y las personas que nosotros ignoramos, despreciamos o lastimamos”, expresó ante cientos de feligreses que se congregaron este Viernes Santo en el atrio de la catedral.
“Gracias a la entrega de su vida, ese instrumento de muerte se ha vuelto el medio de vida y de salvación de la humanidad”, resaltó.
El arzobispo manifestó que la cruz es el culmen de toda la vida de Jesús haciendo el bien, devolviendo la vista a los ciegos, curando a los enfermos, sanando a los leprosos, perdonando a los pecadores, resucitando a los muertos y anunciando buena noticia a los pobres, los más necesitados y desposeídos de la sociedad.
“En la cruz se cumple la misión que el Padre había encomendado a Jesús: instaurar el reinado de amor y de vida, concebido desde la creación y rechazado por la soberbia humana provocando la irrupción del pecado y la muerte”.
Recordó que a los que lo condenaron, nos les importó que Jesús fuera bueno, sino que lo condenaron porque se puso a lado de los pobres, de los privilegiados por Dios, pero despreciados de la sociedad. “Él se sentó a la mesa con los cobradores de impuestos, permitió que una pecadora pública le lavara los pies, tocó a leprosos considerados impuros por la ley, sació a los hambrientos y atendió a cuantos necesitados y enfermos se cruzaban en su camino. En especial, Jesús fue sentenciado porque criticaba a las autoridades religiosas que habían impuesto normas que desvirtuaban la ley de Moisés".
El arzobispo también dijo que de la misma manera “está crucificada nuestra hermana madre Tierra, devastada por la codicia del sistema economicista a través de la deforestación salvaje, la contaminación del agua y la explotación irracional de energías no renovables”.
Manifestó que el crucificado ha sido, es y será siempre signo de contradicción, por eso, nosotros creyentes tenemos el desafío de testimoniar la fuente de vida, de amor y fraternidad que brota de la cruz en nuestro mundo que tanto la necesita, aunque la desconozca o critique.