Para el abogado constitucionalista José Carlos Sánchez, la unificación de los frentes opositores es "una utopía más cercana a un chiste de mal gusto que a una posibilidad política real".
La escena política opositora en Bolivia se asemeja cada vez más a un carnaval de disfraces, donde los protagonistas no buscan la unidad por principios o ideales, sino por desesperados cálculos personales.
Así lo retrató el abogado constitucionalista José Carlos Sánchez, quien calificó los recientes intentos de "unificación" como "juntuchas sin honor ni rumbo".
"Hablar de unificar la oposición en estas circunstancias es como pretender construir un puente con piezas rotas y oxidadas. Lo que vemos son caudillos reciclados, camaleones que cambian de color según sople el viento, y oportunistas que no conocen de lealtades ni de proyectos serios para el país", criticó Sánchez con dureza.
Según el jurista, la mayoría de los actores opositores carecen de la mínima coherencia política y ética. "Hoy se abrazan, mañana se apuñalan; hoy firman compromisos de unidad, mañana negocian bajo la mesa. Son más fieles a sus intereses personales que a cualquier causa nacional", sentenció.
Sánchez fue más allá, afirmando que estas "juntuchas" solo sirven para prolongar la agonía de una oposición incapaz de ofrecer alternativas reales. "Se reúnen, se toman fotos, hacen declaraciones altisonantes... y luego cada uno vuelve a su tribu. No hay proyecto, no hay liderazgo, no hay nada", remarcó.
En su análisis, el abogado advirtió que mientras la oposición siga dominada por camaleones políticos y oportunistas de ocasión, no solo continuará siendo irrelevante, sino que seguirá siendo funcional al poder que dicen combatir.
"La ciudadanía ya no come cuento. La gente ve a estos supuestos líderes como lo que son: recicladores profesionales de promesas vacías. El país no necesita más payasos en escena, necesita estadistas de verdad", concluyó.
En medio de una profunda crisis de representación, las posibilidades de una verdadera renovación política parecen, por ahora, tan lejanas como la propia honestidad en algunos sectores de la oposición.