Mientras en las principales ciudades del país los sectores pudientes celebraron la Navidad con abundancia, en el área rural de Bolivia la Navidad pasó en silencio, marcada por el hambre, la carencia de alimentos y la ausencia total de festejos en miles de hogares de escasos recursos.
La crisis económica golpea con mayor dureza a las familias más vulnerables. En muchas comunidades rurales no hubo cena navideña, regalos ni celebración, simplemente porque no había qué poner en la mesa.
La falta de ingresos, el encarecimiento de los alimentos y el abandono estatal profundizaron una realidad dolorosa que contrasta con el discurso oficial.
Ante esta situación, numerosas familias del área rural se vieron obligadas a desplazarse hacia las ciudades, buscando algún gesto solidario: una chocolatada, un buñuelo, un pan o un pequeño juguete para los niños. La migración temporal por necesidad se convirtió en una escena recurrente durante las fiestas.
En la carretera Cochabamba–Oruro, la imagen fue especialmente cruda. Niños, mujeres y adultos mayores estiraban la mano al paso de los vehículos, esperando recibir un pedazo de pan, una bolsa con alimentos o algún regalo improvisado. Escenas que retratan la profundidad de la pobreza y la falta de políticas efectivas para el área rural.
Analistas y ciudadanos coinciden en que los gobernantes —incluso aquellos que se autoproclaman defensores de los humildes— han fallado en proteger a los más pobres, dejándolos en condiciones de extrema vulnerabilidad.
La desconexión entre el poder político y la realidad social se hace más evidente cuando la clase política se enfrasca en disputas por cargos y cuotas de poder, mientras el hambre avanza en el campo.
Esta Navidad dejó al descubierto una verdad incómoda: Bolivia sigue siendo un país profundamente desigual, donde el lugar de nacimiento define si se celebra o no una fecha que simboliza esperanza y solidaridad.
La pregunta que queda abierta es si esta realidad seguirá siendo ignorada o si finalmente el Estado asumirá la responsabilidad histórica de garantizar dignidad, alimentos y oportunidades a las familias del área rural, para que ninguna Navidad vuelva a vivirse con hambre. (FAUSTO COLPARI)



