La falta de agua en Bolivia ha afectado a más de 487.000 familias, según cifras del gobierno. Y se espera que la situación se agudice entre enero y mayo de 2024.
El nivel del Lago Titicaca se ha reducido en 132 centímetros por debajo del promedio histórico normal.
Un estudio científico que recoge información de los últimos 70 años indica que el problema principal es el aumento de la temperatura.
La falta de agua golpea a Bolivia. En siete de los nueve departamentos de esta nación hay sequía. Uno de ellos, Oruro, se ha declarado en situación de desastre; mientras que otros dos, Chuquisaca y Cochabamba, están en emergencia, señaló el viceministro de Defensa Civil del Ministerio de Defensa, Juan Carlos Calvimontes, el pasado lunes 2 de octubre.
La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro, Chuquisaca, Potosí y Tarija son los departamentos que enfrentan la sequía que agobia a los bolivianos. Además, las cifras presentadas por Calvimontes indican también que 105 municipios ubicados en estos departamentos han sido declarados en desastre municipal.
La falta de agua ha golpeado, hasta el momento, a 2966 comunidades y, según información de Defensa Civil, 487 014 familias están padeciendo por este evento ambiental.
“En una escala de mínimo, medio o máximo, estamos todavía en un nivel mínimo en torno al problema de la sequía”, señala Calvimontes. Sin embargo, el viceministro de Defensa Civil agrega que los estudios de expertos sobre el comportamiento de la sequía y su relación con la presencia del fenómeno El Niño y el cambio climático indican que los mayores problemas por la escasez de agua ocurrirán de enero a mayo del 2024.
El gobierno también anunció que a partir del 15 de octubre de 2023 se planea un “bombardeo de nubes” en Cochabamba para generar lluvias. El objetivo, indica Calvimontes, es “aumentar los niveles de embalses naturales o artificiales e incrementar el nivel del río para esperar el periodo más difícil que es 2024”. Se conoce coloquialmente como “bombardeo de nubes” a la técnica de estimulación de lluvias a través de dispositivos provistos de yoduro de plata.
La falta de lluvia tiene consecuencias tanto en el campo como en las ciudades. El Ministro de Defensa, Edmundo Novillo, informó el viernes 29 de septiembre que más de 131 000 animales de la ganadería boliviana padecían por la poca agua disponible para beber y que, por lo menos, 10 238 animales de la ganadería ya se han perdido. Novillo también informó que 10 000 hectáreas de cultivo estaban afectadas.
En las ciudades de los departamentos afectados por la sequía, el suministro de agua es restringido. En La Paz, la capital del país, no hay racionamiento del agua pero el gobierno ha iniciado una campaña para que la población reduzca su consumo. En El Alto, ciudad cercana a La Paz que cuenta con más de un millón de habitantes, la autoridad municipal también ha pedido a la población un uso racional del agua debido a que las represas Tuni Condoriri y Alto Milluni, que abastecen a la ciudad, están al 50 % y 23 % de su capacidad. En la ciudad de Potosí se ha restringido el suministro del servicio e incluso se ha recurrido a camiones cisternas para llevar agua a diversas zonas.
“Es un problema serio para los medios de vida de muchas personas en el campo, pero también, creo que el mayor efecto se está dando en las ciudades”, señala María Teresa Vargas, directora ejecutiva de la Fundación Natura en Bolivia.
Vargas comenta que entre los impacto de la sequía está el alza de los precios de los cultivos que resulten afectados por la falta de agua. “Van a subir los precios de la canasta familiar. Entonces, las personas de menos recursos económicos, que ya tenían una economía lastimada, resultarán más afectadas”.
Potosí, Sucre, el Chaco y Tarija básicamente están sin agua —agrega Vargas— no solo la distribución del agua es segmentando, un día recibe una familia y al día siguiente otra, sino que simplemente no tienen mucho que distribuir.
“Creo que el gobierno todavía no está preparado para dar una respuesta acorde a la necesidades actuales”, asegura Vargas. “Las autoridades recién se acuerdan en etapas críticas como esta que algo se debe hacer para la conservación de fuentes de agua”, agrega.
Lo que los políticos no entienden —añade Vargas— es que la conservación de los ecotonos de humedad, que son los puntos de conservación de humedad de cualquier tamaño en el territorio, debe ser protegidos lo mejor posible en un clima tan cambiante en el que vivimos actualmente. “Lo que te dice la ciencia es que ecosistemas mucho más lastimados, mucho más desnudos, mucho más intervenidos, tienen menos humedad. Un suelo desnudo no tiene un cinturón de humedad que permita que sea resiliente”.
Un ejemplo de la falta de agua en Bolivia se observa actualmente en el Lago Titicaca. El último lunes 2 de octubre, Jhon Chura, jefe de la Unidad de Estudios Hidrológicos del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) de Bolivia, informó que el nivel del agua en el lago se ha reducido a niveles mínimos por debajo de su promedio histórico. Este lago, que Bolivia comparte con Perú, es uno de los humedales más importantes del país.
De acuerdo con la información del Senamhi, el caudal de este lago se está reduciendo a una velocidad entre uno y dos centímetros por semana y actualmente está 132 centímetros por debajo de su promedio histórico.
“En 1996 hubo un evento parecido y se llegó a un nivel similar a lo que estamos pasando actualmente”, señala Chura y agrega que de continuar este descenso, el lado boliviano del Titicaca será el más afectado porque es el que tiene menor profundidad.