Bolivia, 6 de diciembre de 2025 — Mientras la población enfrenta precios que oscilan entre 70 y 80 bolivianos por kilo, el Gobierno se alista para incrementar las exportaciones de carne a otros mercados internacionales, una decisión que ha generado creciente malestar social debido a su impacto en la disponibilidad del producto a nivel interno.

Diversos sectores denuncian que, además de la escasez, en el mercado nacional se estaría comercializando carne de baja calidad, lo que deja a las familias bolivianas atrapadas entre precios prohibitivos y productos que no cumplirían los estándares adecuados de consumo.

Para miles de hogares, la carne —tradicional en la dieta boliviana— se ha convertido en un alimento de lujo.

Restaurantes populares y pensiones han reducido drásticamente su uso debido al encarecimiento, optando por sustituirla con otros ingredientes más económicos.

Cocineros y comerciantes coinciden en que muchos establecimientos han dejado de ofrecer platos clásicos con carne porque ya no son rentables.

La situación ha obligado a las familias de bajos recursos a cambiar su alimentación. En lugar de proteínas de origen animal, numerosos hogares están recurriendo a condimentos intensos para “dar sabor” a las comidas, entre ellos el ají no moto, un potenciador de sabor industrializado cuya elevada presencia en la dieta ha encendido alertas entre nutricionistas y médicos.

Expertos advierten que el consumo excesivo de este tipo de aditivos puede afectar la salud a largo plazo, especialmente si se utilizan como sustituto recurrente de alimentos nutritivos.

Organizaciones de defensa del consumidor y dirigentes vecinales exigen al Gobierno que revise las políticas de exportación y que priorice el abastecimiento interno para evitar que la carne siga alejándose del alcance de la población.

Señalan que el país no puede darse el lujo de exportar mientras los bolivianos ven restringido su derecho a acceder a una alimentación adecuada y saludable.

La preocupación crece entre las familias, los productores locales y los comerciantes minoristas, quienes coinciden en que, si no se toman medidas urgentes, la carne podría volverse definitivamente inaccesible para la mayoría de la población. (FAUSTO COLPARI)