COCHABAMBA / LA PAZ – 25 de mayo de 2025 – Con un país al borde del colapso económico, los bolivianos observan con escepticismo el panorama político de cara a las elecciones generales de agosto.
El país enfrenta una crisis estructural sin precedentes, mientras los políticos solo piensan en el poder. Ni los socialistas ni los derechistas ofrecen soluciones reales.
Bolivia necesita con urgencia una renovación profunda de su clase política. La actual oferta electoral, dominada por intereses ideológicos o económicos, no representa una salida real a la crisis.
Sin transparencia, sin un plan económico viable y sin un compromiso auténtico con el pueblo, ningún gobierno durará mucho, y el país seguirá hundido en una espiral de frustración y conflicto.
La mayoría de los ciudadanos no confía en que ningún partido, sea de izquierda o derecha, pueda resolver los problemas estructurales que golpean al país.
La escasez de dólares, la falta de diésel y gasolina, el alza en los precios de los alimentos y el desempleo masivo han puesto a Bolivia en una situación crítica. Sin embargo, la clase política sigue atrapada en una lógica electoralista, desconectada de la realidad cotidiana.
SOCIALISTAS AFERRADOS AL PODER
El bloque oficialista y sus variantes internas continúan prometiendo un “proceso de cambio”, pese a que su modelo económico muestra signos evidentes de agotamiento.
Las divisiones internas, el uso político del aparato estatal y los escándalos de corrupción han minado la credibilidad de los líderes socialistas.
“La prioridad no parece ser resolver la crisis, sino conservar el control del Estado”, opinan analistas independientes.
DERECHA CON COMPROMISOS OCULTOS
Por otro lado, sectores autodenominados “liberales” o “de oposición” tampoco convencen.
Muchos de sus candidatos están claramente financiados por grupos de poder económico, tanto nacionales como externos.
Esto genera sospechas de que, de llegar al gobierno, gobernarán más para sus financiadores que para el pueblo.
“La derecha quiere llegar al poder, pero no explica cómo enfrentará el hambre, la inflación y el colapso productivo sin repetir viejos errores del pasado”, indican expertos económicos.
UNA CIUDADANÍA HARTA Y SIN OPCIONES
En las calles, crece el malestar. La gente no quiere más promesas vacías. Lo que se exige es un liderazgo honesto, sin intereses ocultos ni pactos con el poder económico o estatal. La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué pasará si el próximo gobierno tampoco tiene respuestas? El riesgo de un estallido social no se puede descartar. (FAUSTO COLPARI)