En el crisol de la revolución socialista de Bolivia, a 4.000 metros sobre el nivel del mar, los votantes indígenas celebran la derrota de un partido gobernante al que muchos alabaron una vez como su campeón.
El excapitán de policía Edman Lara, hoy favorito para convertirse en el próximo vicepresidente, dijo el lunes a sus seguidores en El Alto que él y su compañero de fórmula, el candidato presidencial Rodrigo Paz, representan una alternativa tanto al movimiento socialista MAS, que dominó su ciudad durante dos décadas, como a los partidos tradicionales controlados por la élite adinerada de Bolivia.
“La juventud, el pueblo honesto de Bolivia, ha dicho no al MAS, pero también a los sospechosos de siempre”, dijo Lara ante una multitud de mujeres vestidas con las tradicionales faldas plisadas de colores vivos y de hombres con ponchos andinos.
Los inversores también acogieron con satisfacción el resultado de la primera vuelta de las elecciones en Bolivia, y los bonos soberanos en dólares del país fueron los que más subieron entre las economías emergentes, ante el optimismo de que el hundimiento del MAS abra la puerta al crédito internacional y a las reformas económicas.
Paz y Lara se auparon inesperadamente al primer puesto con casi un tercio de los votos el domingo. Pero quizá aún más sorprendente fue que su partido, la Democracia Cristiana, obtuviera un aplastante 59% en El Alto, mientras que el candidato del MAS obtuvo el 3,6%.
La ciudad alberga la mayor población indígena de Bolivia y fue clave en el ascenso de Evo Morales, que como líder del MAS se convirtió en 2006 en el primer presidente indígena del país, prometiendo representar a los bolivianos más pobres, históricamente excluidos del poder.
Las propuestas de Paz y Lara demuestran que, aunque la influencia de Morales haya menguado, el populismo está lejos de estar acabado en el país.
Paz ha prometido una renta universal para las mujeres, mientras que Lara lanzó una propuesta de recorte presupuestario para multiplicar por más de cinco el pago mensual a los jubilados, hasta el equivalente a unos US$290.
Políticas como estas están reñidas con el “decidido ajuste fiscal” que el próximo gobierno debería emprender para estabilizar la economía, según Jimena Zúñiga, analista de Bloomberg Economics.
“Normalmente es difícil aplicar un paquete de estabilización difícil, y más cuando no se ha sido elegido con un mandato de este tipo”, dijo Zúñiga. “Este es especialmente el caso en un país como Bolivia, donde las protestas sociales son legendarias por su intensidad y violencia”.
La población local espera que Paz y Lara puedan acabar con el legado del MAS de escasez y disparada inflación, pero sin recortar los programas sociales.
Con la economía necesitada urgentemente de crédito exterior, ambos no pueden permitirse decepcionar a los inversores que apuestan a que frenarán el déficit fiscal y volverán a encarrilar la economía. Pero tampoco pueden permitirse defraudar a sus nuevos partidarios en El Alto.
Esta ciudad de cerca de un millón de habitantes, con su larga tradición de militancia política, ha estado a menudo a la vanguardia del malestar social. Situada en una meseta directamente encima de La Paz, las manifestaciones allí han paralizado a veces la economía de la capital bloqueando las carreteras que la conectan con el resto de la nación.
Paz y Lara se enfrentan ahora a Jorge “Tuto” Quiroga y a su compañero de fórmula Juan Pablo Velasco, fundador de una empresa boliviana de reparto de comida a domicilio, en una segunda vuelta el 19 de octubre.
Paz y Lara han rechazado la idea de un programa del Fondo Monetario Internacional para apuntalar la economía golpeada por la crisis, algo que Quiroga apoya. También tienen un enfoque más cauto que su oponente respecto a la apertura de la producción de litio a los inversores extranjeros. Bolivia alberga los mayores yacimientos del mundo de este metal.
Paz, el hijo educado en Estados Unidos de un expresidente, nombró a Lara como su compañero de fórmula en un intento de dar a su campaña un impulso entre los votantes indígenas y de clase trabajadora.
Fue eficaz. Según un estudio de los votos válidos de cada recinto electoral realizado por el analista de datos Mauricio Foronda, de La Paz, Paz y Lara registraron su mayor apoyo en las regiones empobrecidas del campo y en los barrios pobres de las ciudades, zonas que solían ser bastiones de apoyo del MAS.
Lara alcanzó fama nacional en 2023 cuando denunció a altos cargos de la policía por corrupción. Fue expulsado del cuerpo, agredido por un comandante y encarcelado. Eso le granjeó un gran número de seguidores entre los bolivianos exasperados por la corrupción.
“Voté por la Democracia Cristiana por el capitán Lara, no por Paz”, dijo Carolina Quispe Mamani, una ingeniera bioquímica alteña de 28 años que asistió al mitin de Lara en El Alto.
Lara impulsó su atractivo popular y cultivó su imagen de outsider político apareciendo con atuendos tradicionales, enarbolando la bandera multicolor de los indígenas y hablando con la gente corriente en los puestos de los mercados, dijo Edgar Sánchez, un antiguo dirigente de pequeños agricultores de Oruro que votó por él.
“La gente quiere conectarse y votar por alguien como él”, dijo Sánchez en una entrevista.
Desde la votación, Lara ha sido objeto de un mayor escrutinio, y suscitó críticas por utilizar un término despectivo para referirse a Quiroga como homosexual.
La carta más fuerte de Lara entre los votantes es su reputación de luchador contra la corrupción, y prometió tolerancia cero contra el peculado, advirtiendo incluso que denunciaría él mismo a Paz si fuera necesario.
“Yo soy la garantía. Si Rodrigo Paz se descarría, yo le enderezaré”, dijo Lara. “Si se niega, habrá que tomar otras medidas”.