"Ordeno a los ministros de Defensa y al jefe del Estado Mayor que pongan las fuerzas de disuasión del Ejército ruso en régimen especial de servicio de combate", les dijo Putin a sus interlocutores. Explicó que tal medida es la respuesta a las "declaraciones agresivas" de los líderes occidentales y a las "ilegítimas sanciones" impuestas a Moscú por Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y Canadá.
La decisión de endurecer el aislamiento financiero de Rusia y nutrir de armas a Ucrania con dinero de la UE ha pesado en la nueva vuelta de tuerca del jefe del Kremlin, que consideró todas estas y otras medidas como una "agresión".
El presidente puntualizó que "los países occidentales no solo son hostiles a nuestro país en el ámbito económico, y con esto me refiero a las sanciones ilegítimas, sino que altos funcionarios de los principales países de la OTAN también se permiten declaraciones agresivas contra nuestro país".
En su discurso del pasado día 24, cuando dio orden de iniciar la "operación especial" contra Ucrania -es decir, la ofensiva-, Putin ya blandió las armas nucleares como advertencia a quienes intenten llevar a cabo cualquier tipo de acción para impedir la invasión o ayudar militarmente a Ucrania enviando sus tropas a luchar. Poco antes, el día 19, presidió unas maniobras con misiles de tipo nuclear.
La web del Ministerio de Defensa amplió el significado de "régimen especial de servicio de las fuerzas estratégicas" subrayando que "la base del potencial de combate de las Fuerzas Armadas rusas, se ha diseñado para disuadir de una agresión contra la Federación Rusa y sus aliados, así como para derrotar al agresor en una guerra usando varios tipos de armas, incluyendo las nucleares".
Después de la escalada producida en el conflicto en los últimos días, Occidente no descartaba que el mandatario recurriese a la amenaza nuclear solapada, en base a los informes de Inteligencia realizados por algunos países y a la lógica del propio pulso. Cada vez que Putin ha dado un golpe, el cerco internacional a Rusia se ha intensificado.
La salida a esta espiral se antoja, de momento, muy débil. La comunidad internacional miraba anoche a Gómel, una ciudad fronteriza entre Ucrania y Bielorrusia (pero perteneciente a este territorio), donde Kiev y Moscú aceptaron enviar sendas delegaciones con el fin de negociar un alto el fuego y la oferta de "neutralidad" lanzada por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.